Los participantes empeoraron los síntomas de la patología y experimentaron mayores episodios de depresión y ansiedad.
Según un estudio desarrollado por investigadores holandeses, varios factores estresantes producidos durante la pandemia de COVID-19 tuvieron un impacto negativo en la salud mental de las personas con enfermedad de Parkinson. En el estudio, llamado PRIME-NL, participaron 833 personas con dicha enfermedad. La edad media de los participantes fue de 70,2 años y el 38% eran mujeres.
La investigación detalla, también, algunas estrategias que permitirían reducir estos factores y, de esta manera, mejorar la calidad de vida de las personas con Parkinson.
Lisanne Dommershuijsen, una de las investigadoras a cargo del estudio, expresa que la interrupción de ciertos hábitos de la vida diaria causó un estrés psicológico considerable en todas las personas. Pero, que fue particularmente más profundo en los pacientes con Parkinson.
En este sentido, la investigadora señala que los participantes empeoraron los síntomas de la patología y experimentaron mayores episodios de depresión y ansiedad, de modo que vieron afectada su calidad de vida (QOL por sus siglas en inglés).
El estudio se centró en ocho factores estresantes diferentes que surgieron en la pandemia:
La investigación se centró en tres tópicos específicos: ansiedad, depresión y QOL.
La depresión fue medida con el Inventario de Depresión de Beck (BDI por sus siglas en inglés); la ansiedad, con el Inventario de Ansiedad de Rasgo de Estado de Spielberger (STAI por sus siglas en inglés); y la QOL, con el Cuestionario de Calidad de Vida de la Enfermedad de Parkinson.
En una escala de 0 a 40, la puntuación media del factor estresante en el estudio fue de 9,6.
Los puntajes de BDI y STAI para los factores de estrés social (pérdida de contactos sociales, eventos sociales cancelados y tensión o conflicto en el hogar) superaron a los de los llamados factores de estrés de la atención (problemas para acceder a la atención sanitaria o a los medicamentos).
Entre las personas con Parkinson, los subgrupos más afectados por los factores de estrés fueron los compuestos por las mujeres, los participantes con un alto nivel educativo y los pacientes que atravesaban un estadio avanzado de la enfermedad.
En el caso de las mujeres, esta situación se explica porque los síntomas depresivos suelen ser más frecuentes en ellas. Mientras que, en las personas con un estadio avanzado de la enfermedad, porque la falta de acceso a la atención afecta el bienestar mental.
“Nos sorprendió el hallazgo de que los factores de estrés social estaban más relacionados con la ansiedad en las personas con un nivel educativo alto, dado que la depresión, en general, es más común en personas con un nivel educativo más bajo”, expresa Dommershuijsen.
El estudio planteó intervenciones hipotéticas, durante la pandemia de COVID-19, dirigidas sobre los factores estresantes que afectan a personas con la enfermedad de Parkinson. Las posibles intervenciones fueron la telemedicina a través de consultas virtuales, para aliviar los factores estresantes de la atención; los grupos de apoyo virtual y las clases en línea, para alivianar los factores estresantes sociales.
Sin embargo, Dommershuijsen plantea que se necesita un enfoque más personalizado para abordar la tensión o el conflicto en el hogar, que fue el factor de estrés social más importante que influyó en los síntomas de depresión y ansiedad. En este sentido, subrayó que el trabajo social puede jugar un papel importante para plantear propuestas de resolución de conflictos intrafamiliares.
Por eso, se propone que la resolución de problemas planificada y las estrategias de afrontamiento pueden ser útiles para mejorar la calidad de vida de las personas con Parkinson.
Nature
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