La neuróloga Celeste Esliman se refirió al impacto de la alimentación sobre la salud de dicho órgano.
Por iniciativa de la Federación Mundial de Neurología, cada 22 de julio -desde el año 2016-, se conmemora el Día Mundial del Cerebro. El lema de este año es “Detengamos la esclerosis múltiple”. La consigna tiene el objetivo de concientizar sobre esta patología que puede producir un fuerte deterioro cognitivo e incluso físico en las personas que la presentan.
Existen más de 2.8 millones de personas con esclerosis múltiple en todo el mundo. En los últimos 30 años, esta enfermedad, el Parkinson y el Alzheimer han generado un alto marcador del riesgo de discapacidad y muerte en la población.
Según datos del Instituto de Medición y Evaluación de la Salud de Estados Unidos, publicados en el Global Burden of Disease Study (GBD) del año 2019, desde la década de 1990 han disminuido las muertes por enfermedades de origen infeccioso como el tétanos, meningitis y encefalitis, mientras que el total de muertes por enfermedades neurológicas aumentó un 34%.
Tomando en cuenta estos datos, Océano Medicina dialogó con la neuróloga Celeste Esliman para indagar sobre cómo pueden abordar las y los profesionales de la salud la prevención del daño cerebral.
-Siempre tenemos muy presente que lo que comemos puede afectar a nuestro corazón y no tenemos en cuenta que el cerebro es el órgano más vascularizado, el que más sangre recibe. De hecho, consume el 20% del oxígeno que ingresa a nuestro organismo. Por lo tanto, lo que enferma al corazón y al sistema cardiovascular, también afecta al cerebro. Partiendo de eso, podemos pensar que lo que hagamos para preservar nuestra salud cardíaca, también va a impactar sobre nuestro sistema cerebro-vascular. Lo que comemos, entonces, repercute en nuestra salud cerebral-vascular.
La alimentación tiene un papel importantísimo, tanto desde el punto de vista preventivo, como para el tratamiento de muchas patologías que afectan al cerebro, como las enfermedades neurodegenerativas, por ejemplo, o las cerebrovasculares como el ACV isquémico o hemorrágico.
Las enfermedades neurodegenerativas son inflamatorias, por ende, realizar una alimentación basada en plantas integrales, que no incluya ultra-procesados, que incorpore alimentos ricos en antioxidantes y promueva un medioambiente cerebrovascular antiinflamatorio, será muy beneficioso para el tratamiento de este tipo de patologías.
– Sí, la verdad es que no estamos formados en este tema, por eso, debemos investigar y formarnos por nuestra cuenta, mediante cursos, posgrados. También buscar evidencia en revistas científicas importantes. Salvo que hagamos este ejercicio, postformación básica, es difícil que lo podamos abordar a consciencia. En la formación de pregrado no se le da a la alimentación la relevancia que debería tener, tanto preventiva como de tratamiento.
Pensemos que la mayoría de las personas se alimenta 3 o 4 veces por día y que lo que hagan en estas intervenciones nutricionales puede tener un impacto positivo o muy negativo en su salud, que es lo que normalmente estamos viendo. Las elecciones nutricionales no son las mejores y, debido a eso, tenemos una gran cantidad de enfermedades crónicas no transmisibles que podrían prevenirse casi en un 80%.
-Creo que, muchas veces, tenemos que hacer un ejercicio de desaprender ciertos conceptos que nos han sido impuestos como verdades, eso ocurre en múltiples especialidades médicas y aspectos de la vida.
Dentro de la neurología, existen una multiplicidad de preconceptos y es difícil tratar de que el consultante los desaprenda o los deje de tomar como “naturales”. Es un obstáculo que tenemos que sortear, para tener buenos resultados con nuestros consultantes. Por ejemplo, existe la idea generalizada de que el envejecimiento se acompaña de un trastorno cognitivo y eso no es así. Este tipo de trastorno es una patología que debe ser analizada y tratada.
-Es una manera de ejercer la neurología, que está basada en evidencia científica y que intenta abordar las problemáticas de la persona, de manera tal que incluya varios aspectos: el sueño, la alimentación, la realización o no de ejercicio físico, el manejo del estrés y las herramientas que existen para hacerlo, las relaciones interpersonales, las redes con las que cuenta esa persona. Me parece importante que estas cuestiones las traigamos siempre a la consulta, sea la especialidad que sea, porque están estrechamente vinculadas con la patología.
Por ejemplo, si tengo una paciente con migraña, para evitar futuras crisis migrañosas es fundamental abordar la problemática en todas las aristas de la vida diaria de esa persona. No es un abordaje antifármacos sino que intenta encontrar un punto medio entre diversas estrategias. Implica ver las problemáticas desde la raíz. Volviendo al ejemplo de la paciente con dolor de cabeza, voy a administrar medicamentos para reducir la inflamación, para reducir el dolor, pero también es importante que indague sobre la raíz de lo que está sucediendo porque, sino, trato signos y síntomas, pero no patologías.
–Tanto el Parkinson como el Alzheimer son enfermedades que se gestan durante décadas. No son patologías que comienzan de un momento para el otro. Se sabe que lo que hagamos en nuestros 30 o 40 años tendrá un impacto en lo que suceda en nuestro cerebro a los 70 u 80 años. En ese sentido, creo que si bien pueden llegar a surgir ciertos tratamientos, siempre el foco tiene que ser preventivo, a lo largo de todas las etapas de la vida, incluida la infancia.
-Me parece importante que sepan que, desde la Sociedad Argentina de Medicina de Estilo de Vida (SAMEV), que es una sociedad científica que hemos fundado, estamos trabajando activamente en generar evidencia y guías de práctica para el manejo no solo de enfermedades neurológicas sino también de otras enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes, el cáncer y la enfermedad cardiovascular. Los invitamos, entonces a sumarse a SAMEV, para formar de este nuevo paradigma de salud, basado en el enfoque preventivo.
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