A nivel global los distintos sistemas sanitarios se esfuerzan por garantizar servicios que sean de calidad, seguros, sostenibles y equitativos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) en tanto ha reconocido que para alcanzar esos objetivos resulta fundamental contar con el apoyo de los trabajadores sanitarios. En América Latina se desempeñan alrededor de 8,4 millones de enfermeros y enfermeras. Resultan por lejos el grupo mayoritario en todos los niveles de atención y desde la entidad se espera que cada uno de esos profesionales oficien como agentes de cambio. Aunque en la región, para lograrlo, se debe trabajar más fuertemente en el liderazgo de la enfermería.

El liderazgo y la resignificación de la enfermería latinoamericana

Claudia Velásquez Jiménez es enfermera e investigadora de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales (Colombia). En una reciente editorial, publicada en la revista Aquichan, enumera algunos avances y desafíos que persisten en la práctica de la enfermería en América Latina.

La experta comenta que han existido adelantos en lo que se refiere a la investigación en enfermería. Esto ha permitido en la actualidad disponer de evidencias y argumentos más solidos a la hora de cuidar la salud de los pacientes. Para Velásquez Jiménez, lo obtenido resulta, además, un insumo fundamental. Permite mejorar el reconocimiento, la resignificación profesional y la representación social de quienes practican la enfermería.

“Aún se debe lograr el reconocimiento social de una enfermería científica, que tiene una identidad propia, aporta de manera importante al sector y contribuye al mantenimiento de la salud de las personas”, refiere Velázquez Giménez. Pero agrega que la profesión en América Latina “sigue atrapada en la representación social de que se trata solo de un apoyo a la medicina”. Le preocupa que no se considere como lo que realmente es: una disciplina que se soporta por sí misma, investiga, tiene autocrítica, además de capacidad para participar de la construcción de políticas públicas. Por último, cree que el fortalecimiento del liderazgo en enfermería podría ayudar a cambiar esa concepción.

¿Qué tipo de liderazgo pide la enfermería en América Latina?

“Los profesionales de la enfermería en su entorno laboral se enfrentan a situaciones complejas y cada vez más demandantes”, asegura María Guadalupe Moreno Monsiváis, enfermera e investigadora de la Universidad Autónoma de Nuevo León (México). También en la revista Aquichan considera necesario, ante este desafío, consolidar en enfermería un liderazgo transformacional empoderado y resiliente.

La experta ve como relevante impulsar la adquisición de competencias que permitan a los profesionales influir en la toma de decisiones en todos los niveles. “Deben ocupar una posición central para el alcance de los objetivos organizacionales y colectivos en la vida laboral, con responsabilidad, autonomía, confianza y transparencia”, agrega la experta.

El empoderamiento permite promover el desarrollo y mejorar rendimientos y actitudes entre los profesionales de la enfermería. También facilita la autonomía y les otorga un mayor compromiso y satisfacción. Además, son varios los trabajos en la literatura que establecen que el empoderamiento favorece la puesta en marcha de nuevos liderazgos resilientes. “Este tipo de liderazgo permite a quienes lo practican construir relaciones interpersonales positivas, desarrollar una inteligencia emocional, crear un equilibrio tanto laboral como personal y reflexionar acerca de estrategias efectivas para superar los desafíos”, dice Moreno Monsiváis.

Más formación para enfermería

Un tipo de liderazgo empoderado y resiliente contribuye a transformar las organizaciones en instituciones saludables, comprometidas, capaces de cumplir con metas innovadoras. Es por eso que ambas expertas piden por una mayor formación de los profesionales de la enfermería en este tópico.

Para Moreno Monsiváis, resulta importante que las instituciones educativas incluyan contenidos que contribuyan a desarrollar la resiliencia, la autoeficacia y el autoliderazgo. “El liderazgo empoderado es necesario en los sistemas sanitarios, estamos en camino, pero se requiere más esfuerzo”, concluye.