La inteligencia emocional es una de las habilidades blandas más requeridas en los entornos laborales. Y el ámbito de los profesionales de la salud no está exento de ese fenómeno. La pandemia por COVID-19 la puso en mayor relieve.
La inteligencia emocional ha sido definida como la habilidad blanda que permite comprender, emplear y gestionar emociones. Como finalidad, tiene: reducir el estrés, mejorar la salud mental, lograr una comunicación más efectiva, empatizar con otras personas, superar desafíos, e inactivar conflictos. La supervivencia de la especie humana, y su adaptación a entornos cambiantes, ha sido posible debido a ella, en gran medida.
Gracias a la inteligencia emocional se perciben peligros, identifican disparadores de emociones, responden estímulos, mejora la memoria, cambian niveles de alerta, se crean comportamientos y aumenta la conciencia social del propio estado de ánimo. En el plano laboral, dicha habilidad se ha posicionado como una de las más requeridas por empleadores en el último tiempo. Con ella buscan reducir conflictos interpersonales en entornos laborales y mejorar calidad en la atención de los usuarios. El ámbito de trabajo de los profesionales de la salud, tan complejo y cambiante, no ha estado al margen de ese fenómeno.
Mónica Regalado Chamorro, investigadora de la Universidad Científica del Sur (Perú), comenta en la revista Atención Primaria Práctica que “el desarrollo de la inteligencia emocional entre los profesionales de la salud es fundamental porque las emociones tienen una gran influencia en la salud mental de las personas”. “La atención a los pacientes siempre se va a desarrollar en un contexto de crisis emocional y en su entorno familiar, en tal sentido, el profesional que pueda manejar bien sus emociones podrá transmitir tranquilidad, mejorar su nivel de atención al paciente y preservar su propia salud mental”, asegura Regalado Chamorro.
Según la investigadora, la pandemia por COVID-19 ha puesto más en relieve la importancia de esta habilidad blanda entre los profesionales de la salud. Durante la emergencia, las instituciones enfrentaron desafíos sanitarios, económicos, políticos, sociales o culturales. En cada uno de ellos la gestión de emociones adquirió un rol central. “Los profesionales de la salud fueron llamados a actuar de manera inmediata en primera fila, exponiendo su salud física y mental”, comenta Regalado Chamorro. Y agrega que “tuvieron que cargar con el estrés, la depresión y la ansiedad de los pacientes y los familiares”.
La emergencia sanitaria ha impactado de lleno en el clima laboral y ha desencadenado el agotamiento físico y mental de los trabajadores. Pero también en las instituciones sanitarias ha promovido la instalación de un estilo de liderazgo transformacional. Este habitualmente tiene muy en cuenta la gestión de las emociones. “La inteligencia emocional permite actuar de forma innovadora y flexible, incluso, adquirir capacidades comunicativas y sociales relacionadas con el liderazgo”, asegura Regalado Chamorro. Y agrega “que el saber escuchar y empatizar es fundamental en la formación de competencias personales y sistemáticas, en tiempos donde la incertidumbre, la alarma sanitaria y el miedo marcan la vida de unos y otros”.
La participación emocional y colaborativa de cada uno de los profesionales de la salud ha permitido reforzar, motivar, y enfrentar más eficazmente la amenaza sanitaria. Se sabe que la capacidad de comprender situaciones, descubrir la mejor manera de resolver problemas, y por sobre todas las cosas, saber llegar a los demás, resultan valiosas para crear entornos saludables y equipos de alto rendimiento laboral. “Las instituciones modernas requieren de un liderazgo con una inteligencia emocional bien desarrollada, cuya autoridad no radique en su capacidad para controlar a los demás de modo impositivo, sino en su habilidad para persuadirlos y encauzar la colaboración de todos hacia un propósito en común”, comenta Regalado Chamorro, en la revista.
Es por eso que la investigadora pide por políticas gubernamentales y sanitarias que no se centren únicamente en las habilidades duras de los profesionales de la salud. Cree que el desarrollo de habilidades blandas permite dar con una comunicación eficaz y una mejor resiliencia social. “El altruismo, la empatía y la vocación de servicio identifican al profesional de la salud del siglo XXI”, recuerda Regalado Chamorro, en el artículo.
Medicina general
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500 horasRegalado Chamorro, Monica & Parinango, Sabrina & Munguia, Diana & Medina Gamero, Aldo. (2022). Inteligencia emocional y reacciones psicofisiológicas en el ámbito de los profesionales de la salud. Atención Primaria Práctica. 4. 100153. 10.1016/j.appr.2022.100153.
Medina-Gamero A, Regalado-Chamorro M, del Pino-Robles J, Caballero-Medina C. Transformational leadership in health professionals in times of health emergency. Aten PrimPrác. [En línea]. 2022;4(2):100133. https://doi.org/10.1016/j.appr.2022.100133
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