La enfermería geriátrica abarca la promoción y mantenimiento de la salud, la prevención de las enfermedades y el fomento del autocuidado en el adulto mayor. ¿Cuáles son sus desafíos y cómo es, para las personas mayores, una buena enfermera?
El campo de la enfermería tiene múltiples aristas. En una nota anterior, se comentaba que la profesión habilita a transitar por diversos caminos, desde la investigación hasta la docencia, pasando por la coordinación de equipos o la gestión y supervisión de recursos. Pues bien, en esta nota se hablará de otra veta posible: la enfermería geriátrica.
Esta especialidad fue definida en 1981, por la Asociación Norteamericana de Enfermeras (ANE), como la profesión que abarca la promoción y mantenimiento de la salud. También la prevención de las enfermedades y el fomento del autocuidado en el adulto mayor. Su principal objetivo es que la persona alcance su óptimo grado de funcionamiento físico, psicológico y social.
Incluye, también, el control de las enfermedades y el ofrecimiento de comodidad y dignidad para el paciente.
Se realizó una investigación cualitativa en España. Se consultó a enfermeras y enfermeros geriátricos. Las y los profesionales coincidieron en que la falta de personal de enfermería constituye la principal dificultad de los pacientes para conseguir unos cuidados de calidad. Además de una atención individualizada e integral. Esta situación está afectando, también, la calidad de los cuidados prestados en el servicio hospitalario. Además de la seguridad de los pacientes y de los propios profesionales de la salud.
Otra percepción mayoritaria de las enfermeras y enfermeros entrevistados fueron la desmotivación, el cansancio y el hartazgo.Dado los bajos salarios que se perciben dentro del sistema sanitario, deben trabajar en varios centros de salud, durante largas jornadas, lo que redunda en el tristemente célebre burnout laboral.
El burnout se define como el síndrome de agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal que puede ocurrir entre individuos cuyo trabajo implica atención o ayuda a personas.
Otro aspecto relevante, que se extrae de los resultados, es la falta de reconocimiento a la enfermería por la sociedad en general, y la falta de facilidades para la formación por parte de las instituciones donde trabajan las y los profesionales de enfermería.
En Chile se realizó, entre 2017 y 2018, un estudio que abordó la relación entre las expectativas culturales de atención en enfermería y la satisfacción usuaria de los adultos mayores. El estudio se emplazó en cuatro centros de salud familiar de atención primaria, ubicados en sectores urbanos vulnerables de la ciudad de Talca, dependientes administrativamente del sistema público.
Las dimensiones específicas del estudio consideraron las valoraciones positivas o negativas de las personas mayores, acerca de las características individuales y profesionales de las enfermeras, la calidad de la relación enfermera-paciente y las competencias para el trabajo y para la orientación terapéutica.
De la muestra, compuesta por 119 adultos mayores, 104 eran mujeres y 15 hombres; 92 con hasta 8 años de escolaridad básica; y 22, sin datos al respecto.
Por otra parte, 39 declararon ser hipertensos. Dentro de este grupo, 27 sostuvieron padecer diabetes; 26, artrosis; y 13 “otras enfermedades”. En tanto, 14 declararon no presentar enfermedades.
Los resultados del estudio indican que, para las personas mayores, la buena enfermera es aquella que trata bien a sus pacientes, tiene vocación y les entrega orientaciones terapéuticas.
La calidad de la relación se asocia al ideal cultural de cordialidad en el marco de una interacción dinámica y acogedora, en la cual la enfermera demuestra consideración por la fragilidad psicoafectiva, las capacidades disminuidas y la forma en que las personas mayores viven su condición de salud y su vejez. Esta actitud tranquiliza y predispone al paciente a aceptar e incorporar de mejor manera los cuidados.
Los consultados, además, definieron a la “buena enfermera” como aquella que orienta al paciente. La orientación terapéutica se presenta como parte intrínseca de la cadena del buen trato. Esto es así porque calma la ansiedad de las personas frente a los procedimientos clínicos.
La acción comunicativa para una orientación satisfactoria en el caso de los adultos mayores implica responder a sus preguntas y explicarles las implicancias de lo que acontece en la situación clínica. Además de apoyarlos para resolver problemas relativos a la toma de decisiones terapéuticas.
Otra dimensión de la comunicación, tal vez más compleja, implica que la enfermera pueda reconocer, sin mediar mayor explicitación de parte del paciente, muy buenas son sus necesidades, ayudándole, en consecuencia, a resolverlas.
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Traumatología
400 horasGeriatría Medicina familiar
600 horasIndex Enferm vol.29 no.3 Granada: jul./sep. 2020. Epub 25-Ene-2021
Revista Sanitaria de Investigación
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