Un equipo de investigadores peruanos desarrolló una herramienta gratuita para la detección de los TEA en niños de 18 meses de edad
Uno de cada 160 niños tiene un trastorno del espectro autista (TEA). El dato es de la Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo que sugiere que estos trastornos comienzan en la infancia (con mayor incidencia en niños que en niñas) y tienden a persistir hasta la adolescencia y la edad adulta. Aunque algunas personas con TEA pueden vivir de manera independiente, hay otras con discapacidades graves que necesitan constante atención y apoyo durante toda su vida.
Tomando en cuenta que la OMS destaca la importancia de la intervención en la primera infancia para optimizar el desarrollo y bienestar de las personas con un TEA, ¿sería posible una detección temprana y accesible del autismo? La forma efectiva, hasta ahora, para diagnosticar el autismo está basada en la evaluación del comportamiento del niño a través de la herramienta de tamizaje llamada Lista de Verificación para el Autismo en Niños Pequeños Modificada (M-CHAT, por sus siglas en inglés), cuestionario disponible en internet, o gracias a la Escala de Observación para el Diagnóstico del Autismo – 2 (ADOS-2), pues no existe prueba biológica que determine la presencia de un TEA. Sin embargo, en el transcurso de los años se han realizado investigaciones para aumentar los instrumentos del equipo médico al momento de realizar un diagnóstico clínico temprano del autismo.
En Perú, un equipo interdisciplinario de nueve de investigadores (ingenieros, psicólogos, neuropediatras y físicos) del Laboratorio de Bioinformática y Biología Molecular de la Universidad Peruana Cayetano Heredia desarrolló este año con éxito el “Sistema portátil-costo efectivo para el diagnóstico precoz de autismo en niños”, un software de telediagnóstico con el que se busca reducir la edad en el diagnóstico del TEA de 5-6 años a menos de 2 años (18 meses), sobre todo en zonas rurales y de bajo recursos donde las técnicas anteriores podrían no ser totalmente accesibles.
“Este sistema está basado en una herramienta “eye-tracking” y es altamente costo-efectiva” utilizando algoritmos automáticos que trabajan evaluando la preferencia visual del niño, asegura en un comunicado el ingeniero electrónico Avid Román Gonzales, jefe del equipo de especialistas. El sistema podría ser utilizado en comunidades remotas de bajos recursos, en donde no hay médicos especialistas que puedan detectar el trastorno. “Todos los datos personales y de diagnóstico que genere la herramienta serán almacenados de forma anónima en un servidor web para su seguimiento, control adecuado y análisis estadísticos”, agrega el también ingeniero en sistemas y Coordinador Regional de la Space Generation Advisory Council para Sudamérica.
Destaca Román González que su proyecto es una herramienta gratuita y necesaria, pues existe evidencia de que durante los primeros tres años de edad el cerebro humano es “moldeable”, siendo éste el periodo en el que se sientan las bases de todo el desarrollo posterior de un individuo. “Por lo tanto, la detección del autismo en una edad precoz permite ofrecer tratamientos que mejoren el desarrollo social y psicológico del niño. La falta de este tratamiento a edad temprana tendrá efectos adversos y secuelas severas e irreversibles, como la ausencia completa del habla, el retraso en el desarrollo, los movimientos repetitivos, la agresividad, el auto daño y la falta de habilidades para comunicarse”, comenta el profesional.
El software es de fácil uso y se instala en dispositivos móviles con cámaras, como las tablets o computadores. Emulando la técnica tradicional de detección de los TEA, se presenta frente al niño un material audiovisual que muestra, simultáneamente, una escena “social” con personajes en movimiento y otra “abstracta”, en la que están reunidos objetos geométricos que realizan movimientos uniformes y repetitivos. Mientras esto ocurre, la cámara del aparato utilizado registra el rostro y la mirada del niño, determinando, gracias al algoritmo programado, cuál es su preferencia visual. Se sospechará de la presencia de autismo en aquel niño cuya preferencia esté mayoritariamente en las escenas “abstractas”.
Es importante destacar que la evidencia científica y médica ha demostrado que el autismo es un padecimiento de origen genético, que nada tiene que ver con vacunas infantiles ni con el trato recibido por parte de la madre, como se solía creer.
La OMS describe a los TEA de la siguiente manera:
– Son un grupo de afecciones caracterizadas por algún grado de alteración del comportamiento social, la comunicación y el lenguaje, y por un repertorio de intereses y actividades restringido, estereotipado y repetitivo.
– Aparecen en la infancia y tienden a persistir hasta la adolescencia y la edad adulta. En la mayoría de los casos se manifiestan en los primeros 5 años de vida.
– Los afectados por TEA presentan a menudo afecciones comórbidas, como epilepsia, depresión, ansiedad y trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
– El nivel intelectual varía mucho de un caso a otro, y va desde un deterioro profundo hasta casos con aptitudes cognitivas altas.
– No tienen cura. Sin embargo, las intervenciones psicosociales basadas en la evidencia, como la terapia conductual y los programas de capacitación para los padres y otros cuidadores, pueden reducir las dificultades de comunicación y comportamiento social, y tener un impacto positivo en la calidad de vida y el bienestar de la persona.
Al respecto, la Revista CES Psicología publicó en 2012 un ensayo titulado Detección temprana de autismo ¿es posible y necesaria? Firmado por María Elena Sampedro Tobón, psicóloga especialista en psicología clínica y neuropsicología infantil, en el que se menciona que el pronóstico de los pacientes con TAE es tan variable como las manifestaciones clínicas del trastorno. Sin embargo, algo es determinante: la evolución se correlaciona con la edad del diagnóstico, con la intervención temprana y con la participación en entornos de inclusión.
Si la intervención comienza a los dos años, se ha encontrado que:
• aumentan los logros en comunicación del niño, en funcionamiento intelectual e incluso algunos no presentan alguno de los síntomas a los nueve años.
• el 86% de los niños con autismo desarrollan la comunicación verbal, en contraste con el 50% que no la reciben.
El artículo resalta la relevancia la insistencia en realizar un diagnóstico certero y lo más temprano posible, ya que “cuando esto no ocurre, las consecuencias son negativas desde diferentes puntos de vista”.
La autora cita un trabajo realizado por Fundación Integrar en Colombia con 42 familias cuyos hijos habían recibido el diagnóstico de autismo en los cinco años anteriores. Al final, en sus conclusiones no justifica que los padres tengan que esperar varios meses y años para recibir el diagnóstico de su hijo y para comenzar la intervención, ya que las primeras personas en sospechar un desarrollo y unos comportamientos anormales en los niños fueron sus padres, en el 60% de los casos; le siguieron los maestros, en un 21% y luego otros familiares con un 14%. Solo en un caso, un médico tuvo la sospecha.
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