Una investigación analiza la incidencia del cáncer de cuello uterino en diferentes países de la región y realiza una proyección sobre cuáles serán las cifras que podrán esperarse en el año 2030, de acuerdo con el aumento poblacional.
Mañana se conmemora, en todo el mundo, el Día de la Prevención del Cáncer de Cuello Uterino. La fecha es sumamente importante porque, en el caso de América Latina, este cáncer continúa afectando de manera notable a las mujeres. Y, en mayor medida, a las más jóvenes. En este sentido, resulta revelador un estudio que analiza la incidencia de esta patología en diferentes países de la región y realiza una proyección sobre cuáles serán las cifras que podrán esperarse en el año 2030, de acuerdo con el aumento poblacional.
En el año 2020, el reporte GLOBOCAN informó que se produjeron 604.000 casos nuevos y 342.000 muertes por cáncer de cuello uterino a nivel internacional. Un 80% de ellas provinieron de África subsahariana, Sudeste asiático y América Latina y el Caribe.
Debido a esta alta prevalencia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó una estrategia global para disminuir el número de casos nuevos de cáncer de cuello uterino, con el objetivo de mantener una tasa de incidencia por debajo de 4 por cada 100.000 mujeres.
Actualmente, 29 de los 47 países de la región de América Latina y el Caribe han implementado programas de vacunación para niñas. Además, casi todos cuentan con servicios de detección con una amplia cobertura territorial. Sin embargo, el ambicioso objetivo de darle fin a las muertes por cáncer cervicouterino aún no se ha alcanzado. Principalmente, porque persisten las barreras para el acceso a los tratamientos.
Entre los años 2014 y 2017, las tasas de mortalidad promedio estandarizadas por edad (ASMR, por sus siglas en inglés) más altas se observaron en Paraguay y Venezuela (más de 7 por 100.000 mujeres por año) mientras que Puerto Rico tuvo la tasa más baja (1.2 por 100.000 mujeres-año). Por su parte, Argentina, Colombia y México tuvieron tasas de 4. 6, 3. 4 y 3 respectivamente, cada 100.000 mujeres por año.
El aumento en los casos de cáncer cervicouterino en América Latina obedece a varios factores. Uno de ellos es el incremento de casos positivos de infección por VPH y la alta prevalencia de serotipos de alto riesgo (VPH-16 y VPH-18). Por ejemplo, algunos estudios informaron una prevalencia del 71,5% de VPH de alto riesgo en Paraguay; y del 95 %, en Venezuela, entre las mujeres con lesiones de cáncer de cuello uterino. Esto puede explicar la elevada mortalidad observada en estos países.
Por ejemplo, en Paraguay, entre 2010 y 2014, el cáncer de cuello uterino fue la principal causa de mortalidad por cáncer entre las mujeres en más de la mitad de los centros de salud. Además, el programa nacional de tamizaje citológico en ese país ha tenido una baja cobertura en los últimos años (menos del 20%).
Mientras que, en Venezuela, esta neoplasia representa la primera causa de mortalidad entre las mujeres. Asimismo, se ha informado un predominio de resultados citológicos anormales en mujeres venezolanas.
Otro factor que podría aumentar la mortalidad por cáncer de cuello uterino son las desigualdades sociales y la dificultad de los sectores de bajos ingresos para acceder a una atención de la salud rápida y adecuada. A pesar de las contribuciones de la atención primaria para ampliar la cobertura y la oferta de detección y control del cáncer de cuello uterino, varios estudios han observado una menor cobertura entre las mujeres con mayor vulnerabilidad social y económica.
Por otra parte, es probable que el aumento del número de casos notificados de cáncer certicouterino se deba a una mejora del registro de certificación de defunciones relacionadas con el cáncer, lo que proporciona una mejor identificación de las muertes.
Para predecir las tasas de mortalidad hasta 2030, los autores del estudio utilizaron el paquete Nordpred en el software R basado en el modelo edad-período-cohorte (períodos de calendario de 5 años y 5 grupos de edad). Para Venezuela se tomó como referencia el año 2014 debido a la falta de información disponible.
El modelo propuesto se basa en comparaciones empíricas de diferentes métodos de predicción. Se calculan los cambios de mortalidad pronosticados de 2015 a 2030, de acuerdo con los respectivos componentes de riesgo y cambio demográfico.
A partir de estos datos se pudieron establecer las tendencias de mortalidad por cáncer de cuello uterino desde 1997 hasta 2030 para 16 países de América Latina y el Caribe. Argentina, Brasil, Paraguay y Venezuela mostraron tendencias ascendentes continuas hasta 2030. En cambio, Nicaragua, Panamá y Perú mostraron tendencias descendentes hasta ese mismo año.
Aunque muchos países de América Latina y el Caribe han iniciado programas de vacunación gratuitos dirigidos a mujeres de entre 9 y 13 años en escuelas y establecimientos de salud, la cobertura de vacunación es muy baja. Por ejemplo, en 2014, el 33% de las mujeres de 10 a 20 años de edad de los países desarrollados habían recibido el ciclo completo de la vacuna. Mientras que, en los países en vías de desarrollo, lo hicieron solo el 2,7% de las mujeres.
Las razones de este reducido número pueden vincularse al desacuerdo de las familias con permitir que sus hijas se vacunen contra el VPH debido al conocimiento limitado sobre esta infección, preocupaciones de seguridad equivocadas y barreras culturales. Pero también existe un motivo más estructural que obedece al costo que la implementación de una campaña de vacunación implica para los sistemas de salud
Es por este motivo que, aunque los programas de detección del cáncer de cuello uterino han demostrado ser eficaces para reducir la mortalidad por cáncer de cuello uterino, la administración oportuna de la vacuna contra el VPH y la descentralización del tratamiento del cáncer de cuello uterino aún representan un importante desafío a abordar en América Latina.
Fuente:
BMC Public Health
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